En cualquier otra situación, un libro con una temática sentimental sin pretensiones hubiera aparecido como una burda imitación folletinesca del XIX (en definitiva, un prejuicio) o, como mínimo, un psicodrama terapéutico. Al comenzar estos cuentos, uno tiene una extraña sensación de honradez en la autoría, de verdadera sinceridad con el lector y con el propio autor. Cuando los termina queda claro que José Luis Temes ha dejado el corazón en estas 300 páginas y esto, en tiempos donde la maravillosa superficialidad (tan admirada) ha devastado la profundidad, es un logro, y más viniendo de quien viene.
Mi admirado director da muestras de que él es lo que vemos, con Ita y sin Ita. Nos honra con su extraordinaria integridad humana y agradecemos su admirable valentía.
(Pedro Piquero. Badajoz)
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