Ni para Ita, como pretende el título, ni para Alejandra Goded, ni para el sabio Macaya, ni para Rosa, ni para Vero, ni para Chema: estos tres cuentos son tres cartas de amor al corazón de cada uno de nosotros, sus lectores. Al menos yo, cuando he terminado la última línea, he tenido el convencimiento de que el autor me había escrito a mí estos cuentos, porque ahí están mis convencionalismos, mis represiones, mis cinismos, mis armarios, mis miradas hacia otra parte, y también mis ilusiones y mis utopías. Estoy seguro que esto le ha sucedido a gran número de lectores (…).
Gerardo. Madrid